martes, 19 de mayo de 2015

Capítulo 1: Comienzos

¡Hola! Aquí está el primer capítulo. No es el que más salseo tiene, pero dentro de poco ya empezará la historia de verdad (ya sabeis, en toda novela tiene que haber una introducción). Un beso ^^

Apoyé la sien en la ventanilla mientras miraba el paisaje. Las líneas de la carretera se perseguían unas a otras rápidamente, hasta formar una sola. Ligeramente mareada, decidí poner un poco de música.
 Papá iba conduciendo, con la mirada fija en la carretera, aunque de vez en cuando me echaba ojeadas a través del retrovisor. Acerqué la mano a la radio, dispuesta a buscar una emisora que estuviera bien.
Sin querer, pasé por una en la que solo ponen música ochentera, rezando porque mi padre no se hubiera dado cuenta; desgraciadamente, fue rápido y dijo:
-¡Eh, qué buena...! Déjala.
 Maldije en voz baja, mientras me imaginaba a un padre amante de boybands, o del dubstep, o del rap, y se me escapó una sonrisa.
 Al ritmo de Abba llegamos el polideportivo, y salí pitando para coger mis cosas del maletero. Le di un beso rápido a papá y eché a correr hacia el edificio.
 -¿Quieres que te acompañe?- gritó él a lo lejos, aunque yo ya estaba prácticamente dentro.
 Genial, mi primer día y ya llego tarde, pensé. Odiaba llegar tarde.
 Cruzando la puerta, observé los carteles que indicaban dónde estaban las piscinas, y me dirigí allí. Luego, dejé mi mochila con el móvil dentro en un banco. Bien, tampoco había traído un candado para la taquilla.
 La madre de Manu se acercó a mí, sonriente. Éramos vecinos desde que me mudé allí, hacía ya años; era muy amiga de mis padres.
-Bien Lena, ya has llegado. Manu se está equipando, en un momento sale. ¿Tienes bañador puesto?- negué con la cabeza.- Si quieres ve a cambiarte y luego vienes.
 Me señaló los vestuarios y eché a andar hacia allí, con la mochila en un hombro. Me puse el bikini y miré mi reflejo en el espejo de los lavabos. ¿Estaba bien así? ¿O iba demasiado… atrevida? Lena, deja de pensar como si fueras una monja. Además, ¿desde cuándo me preocupaba tanto eso? Era solo un bikini, era solo una clase de prueba de buceo. No era para tanto.
 Cuando salí, me encontré con que Manu ya estaba en el agua, con toda la equipación puesta; hasta llevaba las aletas de pato. Volví a dejar mis cosas en el banco y me acerqué a él.
-Métete. Está buena, no está fría.
 Manu me sonreía mientras flotaba en el agua; indiferente, relajado. Justo lo contrario a lo que estaba yo. Inspiré suavemente; me senté en el bordillo, con los pies en el agua, y me sumergí impulsándome con los brazos. Cuando volví a salir a la superficie, Manu me tendió unas gafas gruesas de buceo, le sonreí y me las puse.
-Bien- comenzó a decir-, con esto se respira. Te lo pones en la boca, inspiras y te lleva el oxígeno ahí, ¿vale?
 Señaló un tubito que le salía de la espalda, supuse que de la bombona de aire. Asentí y le miré, y entonces me di cuenta de que estaba esperando a que me lo pusiera. Él se puso el suyo y yo hice lo mismo, respirando. Funcionaba, aunque hacía un sonido un poco raro.
-Vale, tú ponte a mi lado y déjate llevar, yo te guío.
 Hice lo que me dijo y nos sumergimos en el agua. Me hizo el signo de okay y yo le imité, como me había explicado antes; significaba que estaba lista para nadar. 
 De repente, me cogió de la cintura, rodeándome con el brazo, y comenzó a tirar suavemente de mí. Por un momento, me puse nerviosa y me quedé parada donde estaba. Pero, antes de que Manu se volviera hacia mí, yo también empecé a nadar y me coloqué a su derecha.
¿Qué acaba de pasar? Vamos Lena, no puedes ser así, solo es Manu. Manu, tu vecino. Manu, al que conoces desde que te mudaste aquí.
 Empecé a titubear. ¿Qué hacía con mis brazos?
¿Los ponía delante, braceaba…? ¿O los dejaba atrás, a mis costados? ¿Y si sin querer le daba un manotazo?
 Entonces, la mano que había estado sujetándome la cintura se aflojó; giramos, ya que habíamos llegado al final de la piscina, y volvió a cogerme, aún con más firmeza.
 Empecé a sentirme tranquila, calmada; solo se escuchaba el sonido del agua, moviéndose con el avance de nuestros cuerpos, y nuestras respiraciones a través de los tubos. Como dijo Manu, me dejé llevar; de vez en cuando volvía la vista hacia él, aunque luego volvía a mirar al frente. Ya iba quedando menos, la distancia iba acortándose. Hasta que llegamos al final.
 Salimos otra vez fuera y nos quitamos las gafas. A Manu se le había quedado el pelo de punta, haciéndome sonreír.
-¿Te ha gustado?
 Asentí, con una amplia sonrisa.
-Me ha encantado.

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