jueves, 30 de julio de 2015

Capítulo 7 (constelaciones)

Su plan funcionó a la perfección, consiguieron pasar como dos soldados novatos que no sabían muy bien qué hacían allí. Se metieron en los coches militares que los llevaron al aeropuerto donde cogieron un avión militar privado para todos los soldados pertenecientes a la organización.
En el avión, se sentaron en un sitio de tres, Jake en la ventana y Anabeth en el medio. Al lado de la chica se sentó una joven que rondaría su edad, parecía tan nueva como ellos. El pelo de la chica de al lado era de color marrón rojizo, más rojo que  marrón. Sus ojos eran de un verde intenso y eran lo más destacado de su rostro en forma de corazón. Sin duda alguna era guapa y Mia se habría preocupado por la competencia. En esos pensamientos estaba Anabeth perdida cuando la chica se giró e intentó entablar amistad.
- Me llamo Nimb - comenzó la joven.
- Yo Anabeth, pero mis amigos me llaman Beth- sonrió.
Anabeth supo enseguida que se harían buenas amigas. Con esto empezaron a conversar, Anabeth presentó a Jake, quien reaccionó con cautela, como si tuviera miedo de que Nimb pudiera matarlo con solo tocarlo.
Tras esto, Nimb le explicó a Anabeth lo poco que sabía sobre a dónde iban. Al parecer, Nimb había sido reclutada hacía pocas semanas, cuando unos soldados llamaron a la puerta de su casa y le habían ofrecido una matrícula en un universidad militar. La chica había vivido en Phoenix desde entonces con su madre, no habían sabido nada de su padre desde su nacimiento, donde lo vieron por última vez. Su padre les había dejado una cantidad de dinero considerable para que Nimb pudiese crecer en buenas condiciones, ni la madre ni la hija habían dudado del amor del padre de la niña hacia ellas, así que cuando el soldado les entregó una carta de él por primera vez en tanto tiempo diciendo que la matrícula estaba ya pagada por él, no dudaron en aceptar, pues esta también afirmaba que en esa escuela podría volver a verle. Los soldados verificaron que su padre era el subdirector de la universidad, las leyes del   centro no le permitían escribir cartas a casa hasta ese momento, cuando al fin podía reclamar un lugar en la universidad para su hija.
- Así que- las interrumpió Jake sorprendiéndolas a ambas- ¿es él el que se lleva a esos chicos inocentes?
- No, tuve ocasión de preguntar a un soldado jefe al respecto- respondió Nimb tranquila- mi padre solo sigue órdenes del consejo.
- ¿El consejo?- preguntó Anabeth.
- Es un grupo formado por todos los directores de todas las escuelas.
- Espera, ¿hay más?- Jake había seguido todas las palabras de Nimb intentando encajarlas en el rompecabezas que se había formado en su cabeza.
- Sí, por lo que tengo entendido hay siete universidades.- respondió Nimb esperando la reacción del chico.
- Am...- respondió Jake con indiferencia, pero por dentro tenía un lío increíblemente complicado.
El trayecto fue lo suficientemente largo para que las dos amigas pudieran conocerse a fondo.
Tenían carácter parecido y ninguna daba señales de aburrimiento o cansancio. Jake, en cambio, estaba tan su mido en sus pensamientos que se quedó dormido.
La idea de que Nimb fuera la hija del subdirector le daba qué pensar, no sabía si era una baza a su favor pues podrían conseguir información valiosa, o por el contrario, eso podría jugar en su contra.
No encontraba prudente la rápida amistad que habían forjado Anabeth y Nimb. Temía por la primera, pues si se iba de la lengua con Nimb, aunque solo fuese un accidente...no sabía cómo se lo tomaría la chica. Podría delatarlos y, muy posiblemente, atraparlos. Pero había algo en los ojos de Nimb que le decía que ella no dañaría a Anabeth.
Para él, Nimb era bastante guapa, la novia que todos envidiarían en el instituto, encima un año mayor, pero Jake no se dejaba encandilar tan fácilmente. La amistad que habían entablado las dos chicas le parecía le parecía algo inestable y, definitivamente, no pensaba permitir que Anabeth hiciese algo imprudente por Nimb o al contrario.
Consideraría a Nimb como a una posible aliada o, si les traicionaba, como una posible enemiga. Por el momento le parecía una bonita piedra en el camino que debía apartar o, guardarse en el bolsillo. Su mente volvió a la tierra cuando notó que alguien le daba unos toques en el hombro.

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