Cuando
entraron en la segunda planta del edificio se dieron cuenta de que todas las
demás soldados no dejaban de ir de un lado para otro buscando pareja de
habitación y abriendo y cerrando las puertas de los cuartos que estaban
colocados a ambos lados del pasillo de ladrillo con la parte que tocaba con el
techo con el motivo de camuflaje con el que habían embadurnado todo el centro,
todo menos el edificio de blanco impoluto.
Nimb
arrastró a Anabeth hasta un cuarto a la derecha del pasillo a cuatro cuartos
del baño y a tres de las escaleras, encima de la puerta de madera estaba
escrito en color marfil el número siete. Cuando entraron se encontraron con un
espacio amplio con una litera de dos camas, un gran armario y un escritorio
enorme con cajones en el medio, separando ambos lados, y dos sillas donde ambas
pasarían sentadas más tiempo del que ninguna pudiese imaginar, ya fuese
estudiando o hablando.
-¡Me pido la
litera de arriba!- saltó Nimb con entusiasmo.
-Entonces yo
el lado derecho de la mesa- dijo Anabeth intentando mostrarse tan entusiasta
como Nimb, sin mucho éxito.
Abrieron el
armario de par en par y se quedaron maravilladas con el enorme espacio que este
contenía.
-¡Ostras!-
dijo Anabeth francamente impresionada.
-Y que lo
digas, ¡y yo que creía que me había traído demasiada ropa!- bromeó Nimb.
La cantidad
de ropa en la maleta de Nimb no era ninguna broma, incluso con todo el espacio
que había allí dentro consiguieron llenar tres cuartos del armario.
Anabeth no
tenía nada que desempaquetar, así que decidió ayudar a Nimb con la suya
esperando la pregunta de la chica que llegó cuando acababan de terminar de desempaquetarlo
todo.
-¿No te has
traído tu ropa?- preguntó Nimb con un suspiro de cansancio.
- No
pude, me reclutaron cuando estaba en la
universidad y no tuve tiempo ni de despedirme de mis padres- dijo Anabeth con
otro suspiro de cansancio.
-Pero…
¿ellos saben que estás aquí?
-
Posiblemente, no lo sé, se supone que el instituto les habrá informado sobre mi
ida.
-Espera,
entonces no tienes ni siquiera tu mochila del insti?- Nimb estaba cada vez más
intrigada.
- No, ni
siquiera eso- a Anabeth se le hizo un nudo en el estómago.
Era cierto
que no tenía ni idea de si sus padres estaban al tanto de su marcha, o si
volvería a verles antes de que todo eso terminara, es decir, en un tiempo
indefinido pues tenía la certeza de que después de salvar a sus amigos los
problemas no iban a terminar.
-¡Qué bien!- dijo Nimb
sobresaltando a Anabeth con su inesperada respuesta.
- ¿Perdón?
-Me refiero a que si
no tienes ropa te puedo prestar la mía y si no sé qué ponerme y estoy decidiéndome entre dos conjuntos te
doy uno y yo el otro y a sí puedo usar los dos a la vez y como puedes ver me he
traído ropa de sobra- hizo una pausa para respirar y luego sonrió- como puedes
ver he traído ropa más que de sobra.
Anabeth rió con ganas,
por lo menos ese problema estaba solucionado y no tendría que preocuparse por
la escasez de ropa, pues era cierto que
con la ropa de Nimb ambas podían vestirse durante un mes sin repetir conjunto.
Ambas se dejaron caer
en la cama de Anabeth riendo realmente aliviadas y felices. Cuando ambas
terminaron de reír, una voz resonó por el pasillo tal vez demasiado alta:
-Se ruega que todas
las alumnas de este edificio se dirijan a la planta baja sin excepción de
ninguna, bajen igual que han subido: por las escaleras al final del pasillo.
La voz se cortó
cuando el típico timbre del supermercado sonó al igual que había hecho al
empezar el breve mensaje.
-Vamos, si no se
apiñarán en las escaleras y no podremos llegar a tiempo- Anabeth ayudó a Nimb a
levantarse y ambas salieron corriendo de la habitación y bajando las escaleras
a toda pastilla.
En la planta baja
había dos habitaciones de igual tamaño que podían abarcar a medio pueblo. Una
de ellas era la sala de estudio, donde los únicos muebles eran sofás y butacas
apiñados alrededor de unas mesas más bien minúsculas que abarcaban a duras
penas unos cuatro batidos de la cafetería/barra de bebidas que se encontraba al
fondo de la estancia.
La otra era la sala a
la que Nimb y Anabeth se dirigían, una gran sala similar a un teatro pequeño
llena de sillas de plástico con cojines en los respaldos. Había un pequeño
escenario al frente de todas las sillas
donde en esos momentos se encontraba una mujer demasiado musculosa, en opinión
de Anabeth, que podía llegar a incluso dar miedo pues su cara estaba congelada
en una mueca fría y aparentemente enfadada.
Anabeth sintió que un escalofrío recorría su columna cuando los ojos de
la gran señora se posaron en ella con una mirada dura y sin sentimiento, se dio
cuenta de que si era esa la persona que encontrara su secreto, estaría más que
perdida.
-Bienvenidas a todas
al centro universitario militar número cinco. Espero que todas os halláis
acomodado en vuestras habitaciones y no halláis tenido problemas encontrando
pareja de cuarto, si tenéis algún problema con esta debéis mencionárnoslo a mí,
la sargento Tomas o a mi compañera también sargento, la señora Adison, a la que
conoceréis de dentro de poco, y no tendremos ningún problema en cambiaros con
otras parejas que estén dispuestas a hacer el cambio- Anabeth y Nimb se
miraron, ninguna de las dos tenía intención de abandonar la habitación o a su
amiga, sobre todo después de todo el esfuerzo que les había causado ordenar la
ropa las dos supieron que ninguna pasaría por ese tramo otra vez a no ser que
fuese estrictamente necesario. Cuando se apagó el murmullo colectivo, la
sargento volvió a hablar- espero que todas vosotras paséis un buen curso, ya
sabréis que en este primer año las asignaturas obligatorias serán: matemáticas,
historia y lengua, igual que en el instituto militar, para las que hayáis
asistido. Las demás asignaturas serán optativas que vosotras decidiréis en cara
a la carrera que queráis aprender.
La sargento se
interrumpió al ver que una de las chicas de las filas del fondo levantaba la
mano, Anabeth solo distinguió de ella el pelo moreno pues ella y Nimb habían
conseguido sitio en la fila cuatro. La sargento dio permiso para hablar a la
chica y esta comenzó con la voz fuerte
pero dudosa:
-¿Las clases serán
compartidas con los… um… chicos?- completó la frase como si al no decir la
palabra exacta enfurecería (aún más) la expresión de la sargento Tomas.
- Por supuesto, no
habrá muchas actividades que hagáis por sexos separados, no es nuestra
intención discriminarlos- murmullo de aprobación y suspiro de alivio por parte
de Anabeth, no quería separarse de Jake- pero ahora, una noticia que no sé si
todas aprobaréis… ¡debéis cortaros el pelo como el mío, por encima de los
hombros!- dicho esto se deshizo la coleta y dejó caer una corta melena que no
sobrepasaba sus hombros, es más, estaba por lo menos a tres dedos de donde les
había prometido.
Muchas chicas
protestaron por lo bajo, una de ellas Anabeth, no quería echar a perder su
melena marrón por mucho que no fuera ninguna maravilla como la de Nimb quien, al
parecer, estaba de acuerdo con dejar que se llevaran sus preciosos tirabuzones.
-Es una magnífica
idea, estaba deseando encontrar un cambio de look que me fuese útil y a la vez
bonito- sonrió radiante.
Anabeth no compartía
ni mínimamente la opinión de Nimb al respecto, pero se consoló pensando que
todo esto era por salvar a sus mejores amigos.
-Está bien, vamos
allá.
¡Espero el siguiente capítulo! :)
ResponderEliminarpuede que tarde un poco, mi ordenador está con un problema (no es la primera vez ·_·' ) y tal vez *cross fingers* esté para la semana que viene o más... :'(
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